El objetivo de Salcedo, conocida como una de las artistas más destacadas de su generación y que en 2010 recibió el Premio Velázquez de las Artes Plásticas del Ministerio de Cultura español, es contribuir a (re)construir la historia, incompleta y fragmentada, de los seres que habitan en la periferia de la vida. No en vano, esta artista, que suele describirse a sí misma como una escultora al servicio de las víctimas, concibe su obra como una oración fúnebre con la que trata de erigir los principios de una "poética del duelo". Y lo hace desde la premisa de que solo a través del duelo, que ella considera la acción más humana que existe, se puede devolver la dignidad y la humanidad arrebatadas.
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